Los dulces tradicionales que conocemos hoy en día tienen su origen durante la época colonial, cuando llegaron los españoles y se descubrió la obtención de la azúcar a través de las cañas.
Antes como tal los dulces no existían, durante el México prehispánico lo que se consideraba postres refinados entre la población eran los saquitos de las hormigas mieleras; los acompañaban con aguamiel, mieles de agave y abeja.
Los antiguos pobladores obtenían el dulzor al cocer las pencas del agave y luego la masticaban o trituraban. Se podría decir que en aquel entonces tanto la miel como el amaranto era su forma de consumir dulce.
A partir de que se obtuvo el azúcar de caña se empezaron a hacer postres mucho más sofisticados, se innovaron las formas y las técnicas para cambiar el sabor de los alimentos al combinarlos.
En las casas se tenía la costumbre de elaborar conservas de fruta con caña de azúcar, surgió entonces los ates de guayaba y los dulces de membrillo. En los mercados se encontraban varios puestos donde se vendía melcocha o trozos pequeños de piña cocida.
Así fue como poco a poco se fueron creando los deliciosos dulces tradicionales que conocemos hasta el día de hoy. Casi todos los estados del país tienen su propios dulces característicos de los frutos que se da en cada región con el sello original de su gastronomía.