A mediados del siglo XIX las mujeres que trabajaban en fábricas no tenían horarios ni permiso para comer o descansar. Sus condiciones laborales eran cuestionables, por lo que organizaron una manifestación para exigir sus derechos. Aunque en ese entonces no fueron escuchadas, su lucha no cesó y, con el tiempo, empezaron a tomarlas en cuenta.
En marzo de 1911 se produjo un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, donde murieron 146 trabajadoras que habían participado en protestas por los derechos de la mujer. Muchas décadas después, en recuerdo de esas trabajadoras y de muchas otras que siguieron luchando por la equidad de género, la ONU estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Porque aún queda mucho por luchar.
Este año, el lema será “Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19”. Sólo en 22 países ellas son jefas de Estado; mientras que 119 naciones no han tenido una jefa de gobierno mujer, aunque se ha comprobado que las mujeres líderes han tenido mejor respuesta ante la contingencia del coronavirus. A este paso, faltan 130 años para alcanzar la igualdad de género en este rubro, pese a que hay pruebas firmes de que la presencia de mujeres líderes en los procesos de toma de decisiones políticas mejora dichos procesos.
El liderazgo femenino también está débilmente representado en las empresas. En México sólo ocho de cada cien directores generales de empresas corresponden a este género y el salario de las mujeres en puestos gerenciales es 22% menor al de los varones, quienes tienen 88 veces más probabilidad de ser promovidos que ellas. Por si fuera poco, una de cada tres mujeres sigue sufriendo violencia de género.
La COVID-19 ha hecho más patente la brecha de género. En los primeros seis meses de la pandemia 3.2 millones de trabajadoras mexicanas perdieron su empleo, debido a que laboraban en los sectores más afectados por la contingencia, como turismo y atención al cliente en tiendas departamentales. Además, según una estadística de McKinsey & Company, una de cada cuatro mujeres está considerando dejar de trabajar o reducir su jornada laboral, y las madres que trabajan tienen tres veces más probabilidades que los padres de ser responsables la mayor parte del tiempo de tareas domésticas y cuidado de niños.
Ante este panorama para la mujer es imprescindible fomentar espacios de discusión que las alienten a romper el techo de cristal, en el que las empresas les niegan la oportunidad de ascender profesionalmente. Es momento de que las organizaciones construyan una cultura laboral inclusiva y diversa que cree ambientes equitativos para las mujeres.
Uno de ellos es el programa Women’s Network de Whirlpool, cuyo objetivo es crear conciencia de la inclusión de género en el entorno laboral y reforzar el empoderamiento femenino en el marco del Día Internacional de la Mujer.
Por medio de la campaña Me Uno Por Ellas, mujeres y hombres aliados buscan el desarrollo profesional de las mujeres, promoviendo la inclusión, el liderazgo y el empoderamiento femenino. La campaña culminará con un simposium en el que se discutirá la problemática laboral de las mujeres y se plantearán alternativas para que hombres y mujeres colaboren en crear espacios de trabajo equitativos e incluyentes.
Hace más de cien años las mujeres iniciaron una larga marcha en busca del reconocimiento de sus derechos. Ahora muchos de éstos son reconocidos; sin embargo, por cada logro hay un reto: cerrar la brecha de género, alcanzar la paridad en puestos de liderazgo y llevar una vida donde ellas no sean discriminadas, violentadas y reciban el pago justo por su trabajo. Estos son objetivos que todos, sin importar el género, debemos perseguir.