Por Michelle Fierro
En la industria de alimentos y bebidas, la inocuidad alimentaria no es solo un requisito normativo, sino un factor clave en la confianza del consumidor y la competitividad del mercado. Garantizar que los productos sean seguros no solo protege la salud pública, sino que también fortalece la economía y la reputación de las empresas. Sin embargo, aún existen desafíos en la implementación de normas y en la cultura de inocuidad dentro del país. Este artículo analiza los principales retos y beneficios de la gestión de la inocuidad alimentaria y propone estrategias para fortalecer su aplicación en la industria.
Cada día, millones de personas en México consumen alimentos sin pensar en los riesgos que podrían estar asociados a su producción, almacenamiento o distribución. Sin embargo, la inocuidad alimentaria es un tema crucial que impacta la salud pública, la economía y la confianza del consumidor. Garantizar que los alimentos sean seguros no es solo una responsabilidad de las autoridades, sino de toda la cadena de producción y de los propios consumidores. La inocuidad alimentaria se refiere a la garantía de que los alimentos no causarán daño al ser consumidos, siempre que se preparen y consuman de acuerdo con el uso previsto. Esto implica controlar la presencia de contaminantes biológicos, químicos y físicos a lo largo de toda la cadena alimentaria. En México, donde la gastronomía es un emblema cultural y económico, asegurar la inocuidad es esencial para prevenir enfermedades transmitidas por alimentos (ETA). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas enfermedades afectan a una de cada diez personas en el mundo cada año, y México no es la excepción.
México enfrenta diversos desafíos en este tema, entre ellos la producción y distribución informal, ya que la venta de alimentos en la vía pública y la falta de regulaciones en ciertos sectores dificultan el control de la calidad e higiene. Además, existe una falta de cultura de inocuidad, pues muchas pequeñas y medianas empresas no implementan buenas prácticas de manufactura ni cumplen con normas de seguridad alimentaria. Otro reto es la evolución de las normativas ya que, aunque existen regulaciones como la NOM-251-SSA1-2009 y la norma ISO 22000:2018, su aplicación no siempre es uniforme en todas las empresas del sector.
Las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) representan una amenaza significativa para la salud pública en México. A nivel mundial, se estima que más de 600 millones de personas padecen alguna ETA cada año, causando aproximadamente 420,000 muertes. En México se han reportado brotes importantes, como el de diciembre de 2024, cuando la bacteria Klebsiella oxytoca afectó a ocho hospitales, provocando la muerte de 17 menores. Además, entre 2010 y 2020 se observó una disminución en los casos de enfermedades transmitidas por alimentos. En el caso de la shigelosis, los reportes pasaron de 11,378 casos en 2010 a 1,992 en 2020; la salmonelosis, que en 2010 registró 165,171 casos, bajó a 66,447 en 2020; y los casos de rotavirus pasaron de 3,405 a solo 331 en el mismo periodo. Estas enfermedades afectan especialmente a poblaciones vulnerables, como niños menores de cinco años, quienes representan el 40 % de la carga global de ETAs, con alrededor de 96,000 muertes anuales.
Las empresas que priorizan la inocuidad alimentaria obtienen múltiples beneficios, como la protección del consumidor, ya que se reducen los riesgos de intoxicaciones y enfermedades. También logran mayor competitividad, pues cumplir con estándares internacionales permite la exportación de productos y mejora la reputación de la marca. Además, generan confianza en el mercado, ya que los consumidores valoran cada vez más la transparencia y seguridad en lo que consumen. Para mejorar la inocuidad alimentaria en México, es fundamental implementar medidas como la capacitación constante, en la que empresas y trabajadores deben estar en continua formación sobre buenas prácticas de higiene y control de peligros. Asimismo, el cumplimiento normativo es clave, por lo que la industria alimentaria debe implementar regulaciones nacionales e internacionales de seguridad alimentaria. Finalmente, la participación del consumidor es fundamental, ya que informarse sobre etiquetado, condiciones de almacenamiento y preparación de los alimentos también ayuda a prevenir riesgos.
Garantizar la seguridad alimentaria no solo protege a los consumidores, sino que fortalece la reputación y el crecimiento de las empresas del sector. Implementar estas estrategias marcará la diferencia en un mercado cada vez más exigente y regulado. Apostar por la inocuidad es invertir en un futuro más saludable y sostenible para México.
Referencias
• Organización Mundial de la Salud. (2023). Seguridad alimentaria y nutrición.
Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/food-safety.
• Secretaría de Salud. (2009). NOM-251-SSA1-2009. Prácticas de higiene para el proceso de alimentos, bebidas o suplementos alimenticios. Diario Oficial de la Federación.
Recuperado de https://www.dof.gob.mx
• International Organization for Standardization. (2018). ISO 22000:2018. Sistemas de gestión de la inocuidad de los alimentos. Ginebra, Suiza: ISO.
• Universidad Autónoma Metropolitana. (2020). Enfermedades transmitidas por alimentos (ETA´s) en los últimos 10 años en México. Repositorio UAM Xochimilco.
Recuperado de https://repositorio.xoc.uam.mx
• Cadena SER. (2024). Mueren 17 menores de edad en México a causa de un brote de la bacteria Klebsiella oxytoca en ocho hospitales.
Recuperado de https://cadenaser.com/nacional
Por Michelle Fierro
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