México es el segundo país en Latinoamérica en consumo de dulces, solo por detrás de Brasil, de acuerdo con la Cámara de la Industria Alimenticia . Anualmente, los mexicanos consumen 4.5 kilogramos de dulces.
Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) indican que, en los primeros ocho meses de 2018, la industria de la confitería creció 5% en volumen y 12.7% en valor, vendiendo alrededor de 18 mil millones de pesos en canales de mayoreo, según el ISCAM (Información Sistematizada de Canales y Mercados).
En ese periodo fueron el mazapán, la grenetina y el chocolate las categorías con mayor crecimiento, con 15.9%, 14.7% y 14.3%, respectivamente.
Los chocolates, se ubican en la categoría más importante de la industria, representando el 31% de las ventas totales. Ese mismo año, ésta creció 5 por ciento. México ocupa el lugar 13º en producción mundial de esta golosina.
Por su parte, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 apunta que 64.6% de los niños entre 5 a 11 años consumen regularmente botanas, dulces y postres. Solo el 35.4% de la población de más de 20 años es asidua a estos productos.
Impactos en la salud
La ingesta excesiva de estos productos puede resultar en afectaciones, pues la Organización Panamericana de la Salud advierte que los dulces, turrones, chocolate y confitería en general tienen exceso de azúcares libres, lo cual hace que, en grandes cantidades, sean nocivos para la salud.
En Latinoamérica, el 8% de la energía alimentaria aportada por productos ultraprocesados proviene de caramelos y chocolates, lo cual es una proporción alta, solo por debajo de las bebidas gaseosas, las galletas, así como los jugos y bebidas endulzadas.
El problema llega al considerar que las calorías que aportan este tipo de alimentos son, en su mayoría, vacías y que contribuyen al consumo excesivo de azúcar en la dieta del mexicano.
Cabe resaltar que caramelos y chocolates aportan el 11% de los azúcares presentes en alimentos ultraprocesados, así como el 9% de las grasas totales y el 13% de las grasas saturadas, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).